sábado, 18 de octubre de 2008

De líderes sociales a nuevos políticos


LA NACION Sábado 18 de octubre de 2008 | Publicado en edición impresa

Participación ciudadana

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De líderes sociales a nuevos políticos

¿Qué motivó a estas personas a dejar el sector social para pasar a integrar las nuevas filas de la política? Sus dilemas, los pros y contras de su decisión, y las dificultades de adaptarse a nuevas lógicas y estrategias de incidencia. Todos destacan la necesidad de trabajar en forma articulada con las ONG y el sector empresario

Son vistos como traidores por muchos de sus antiguos compañeros en el sector social y como outsiders en las nuevas filas de los partidos políticos a los que se suman. Sin embargo, y a pesar de tener que exponerse a una posible condena social, son cada vez más los líderes sociales que deciden incursionar en la arena política. Algunos con más éxito que otros, pero todos con la convicción de que la única manera de generar cambios sustanciales en la vida de los ciudadanos es metiendo las manos en la masa .

Desde sus cargos públicos, los antiguos líderes sociales destacan que pueden incidir en las mejoras sociales de toda la población por la escala que le da a sus propuestas una política pública, pero se quejan de la gran burocracia con la que tienen que lidiar, las pujas partidarias y los prejuicios sobre la política.

En una Argentina en la que el Gobierno y los partidos políticos tienen cada vez menos legitimidad (según el Indice de Percepción de la Corrupción que realiza Transparencia Internacional, la Argentina se encuentra entre los países más corruptos, ocupando el lugar 109 entre 180 países clasificados), estos referentes sociales -además de aportar sus conocimientos de primera mano sobre las necesidades reales de la población- son una bocanada de aire fresco que renueva las estructuras partidarias y aporta nuevas miradas y abordajes sobre las problemáticas sociales.

Según el octavo estudio anual Trust Barometer de Edelman de 2007 -encuesta de 3100 líderes de opinión que mide la confianza en instituciones, compañías y fuentes de informaciones en 18 países-, las ONG son las instituciones más creíbles en 10 de 18 países. Esto ubica a las ONG junto a los negocios como líderes de mayor confianza por encima del gobierno y los medios de comunicación, en siete de 18 países. En 2006, las ONG fueron las de mayor confianza en 7 de las 11 naciones encuestadas.

Para tener un ejemplo más local, un relevamiento de diciembre de 2006, elaborado por la consultora Giacobe y Asociados, aseguraba que el líder de Red Solidaria, Juan Carr, y Juan Carlos Bumblerg tenían, en ese entonces, mejor imagen positiva que los candidatos políticos de turno: Roberto Lavagna, Daniel Scioli, Elisa Carrió y Cristina Kirchner, entre otros. Si bien Carr rechazó reiteradas propuestas para desempeñar cargos públicos, Blumberg probó suerte en las últimas elecciones a gobernador por la provincia de Buenos Aires, de la mano de Sobich, sin mucho éxito.

Motivación

¿Qué motiva a un emprendedor social o al director de una ONG a querer ocupar un cargo público?

Al ser personas que se dedican al bien común, una vez que se les presenta el dilema moral de si es suficiente con ayudar a un grupo social localizado cuando pueden llegar a todos los argentinos, no hay vuelta atrás. En casi la totalidad de los consultados, este interrogante se disparó con más fuerza, a partir de la crisis de 2001, cuando más de la mitad de la población se encontraba en situación de pobreza, y todos se sintieron convocados a hacer algo.

"En ese momento empecé a sentir que lo que estaba haciendo desde el sector social eran gotas de agua en medio de un océano, y que para generar un cambio tenía que involucrarme en política", explica María Eugenia Estenssoro, senadora nacional por la Coalición Cívica por la ciudad de Buenos Aires por el período 2007-2013, mientras recibe a LA NACION en el comedor del Senado del Congreso de la Nación. Vestida de traje y rodeada de un grupo de asesores, no parece desentonar en este escenario del poder.

Siempre pensó que se iba a dedicar a su profesión de periodista, pero a partir de los años 90 se involucró con el sector social como miembro de Poder Ciudadano y Transparencia Internacional. Fue fundadora de Endeavor Argentina, entidad que apoya a emprendedores sociales, y más tarde, con el boom de Internet, armó la fundación Equidad, que promueve la inclusión social y educativa utilizando las nuevas tecnologías de la información.

Este vasto camino recorrido y la seguridad de que para generar cambios era necesario conocer desde adentro las lógicas y herramientas del Gobierno la llevó, en 2003, a aceptar encabezar la lista de ARI como legisladora de la ciudad de Buenos Aires.

"Después de todos estos años en el Gobierno ya me siento una política de verdad. Este paso da miedo porque además de los prejuicios hay que organizar las cosas para que las instituciones sociales que uno empezó sigan funcionando si uno desaparece", acotó esta inmigrante boliviana, nacida en La Paz, criada en San Isidro, que sigue siendo la presidenta de la fundación Equidad.

En la última década, las distancias entre el Tercer Sector y el Gobierno se han acortado y ambos han aprendido que tienen que trabajar más codo a codo, incluso articulando con las empresas. "Hay más voluntarios que afiliados a partidos políticos -dijo Estenssoro, dejando entrever la enorme fuerza de cambio que concentra este sector-. Hay mucha vocación y entrega concentrada en las ONG, y por la escasez de recursos, desde allí se aprende a hacer muchas cosas con poca plata y a generar alianzas para alcanzar objetivos comunes." Desde su gestión, Estenssoro trabaja con ONG como Cels, Cippec, Poder Ciudadano y Fopea a las que consulta sobre proyectos de ley.

Esta senadora cuenta que lo que más la sorprendió de la política fue que dentro de una misma fuerza existieran diversos grupos, con distintos intereses. A su vez, le costó adaptarse a la dureza de los debates parlamentarios. "Existen discusiones muy fuertes, con ataques personales, y el ambiente es muy rudo. Si bien la confrontación siempre es muy directa, aprendés que se puede discutir y después hacer las paces para poder trabajar en otros temas. Es un buen ejercicio de respeto y de humildad".

Misma preocupación

En términos teóricos, los líderes sociales y políticos comparten la misma preocupación: transformar la realidad y servir al bien común. Los caminos pueden ser diferentes, pero el punto de llegada es el mismo.

"Los líderes sociales enfrentan varios desafíos: aportar oxígeno y originalidad no sólo en las ideas, sino también en los métodos, entender las lógicas del funcionamiento institucional para descubrir los nudos problemáticos y ofrecer soluciones creativas. Y para evitar excesos argentinos, no propongo una corrida masiva hacia la política institucional, ya que el rol de los líderes sociales debe consolidarse: cuestionar, interrogar y preocupar al poder será siempre su esencia", sostuvo Laura Alonso, directora ejecutiva de Poder Ciudadano.

"Nosotros veíamos que en Tierra del Fuego se estaba dando un proceso político de degradación institucional y corrupción, y que las estructuras que tenían que hacer frente a ese avasallamiento lejos de cumplir su rol, acompañaban ese tipo de proceso. Nos pareció que había que empezar a instalar temas desde la sociedad civil y comprometerse." Así explica Manuel Raimbault, actual presidente de la Legislatura de Tierra del Fuego por ARI, el inicio de su carrera política.

Fundador de la ONG Participación Ciudadana y abogado que brindó sus conocimientos al servicio de causas de discriminación, sida y los derechos de los trabajadores, empezó su militancia política en sus épocas de estudiante.

"Tuve alguna decepción con la política desde las ONG, y me pareció que teníamos que canalizar ese espíritu de cambio en una proyección política", sostuvo, este santafecino de nacimiento.

"Empezamos a ver que el período de resistencia y de debate de políticas necesitaba de una construcción institucional. En ese momento tuvimos que poner en juego todo lo que habíamos dicho, y llevarlo a la práctica desde la política." Raimbault siempre pensó que no había otro camino para la transformación social que no fuera la política. "Al inicio nos sentíamos sumamente extraños al mundo político, y eso nos permitió reconstruir la esperanza que el pueblo necesitaba".

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Marta Oyhanarte siente que no puede disociar la palabra política de su vida. Nacida en una familia muy ligada al partido radical, explica que en su casa "la política siempre fue un tema de discusión, con la convicción de que era una actividad noble para mejorar la calidad de vida de la gente".

Desilusionada con la democracia creó en 1988 la fundación Poder Ciudadano, en la búsqueda de una nueva forma de ocuparse de lo que es de todos. Para ser coherente con aquello que declamó desde esta organización en términos de incidencia en políticas públicas, decidió ingresar en el espacio en el se toman las decisiones de más alto impacto: la política.

En 1994 creó el Centro para la Participación y el Control Ciudadano. En 2000 fue electa diputada de la ciudad de Buenos Aires por la coalición entre Acción por la República y Nueva Dirigencia. En mayo de 2003, Kirchner la convocó para solicitarle que asumiera como subsecretaria para la Reforma Institucional y el Fortalecimiento de la Democracia de la Jefatura de Gabinete de Ministros.

"Desde la sociedad civil te ven como que te pasaste a la política y desde el gobierno te ven como una persona que siempre va a responder a los intereses de ese sector. Al principio no encajás en ningún lado", comenta esta abogada que ve la política como una tarea de orfebre para la que hay que tener mucha paciencia. "Cada argentino es como un valioso hilo de plata que hoy están enredados y más mezclados. Tenemos que empezar a desenredar esa madeja y empezar a construir joyas", reflexiona.

Para Oyhanarte, la experiencia de estar en el ámbito de la política le ha permitido seguir manteniendo un buen vínculo con las ONG y armar proyectos comunes. En el ámbito de la política, le cuesta asimilar la dificultad que existe para pensar de manera estratégica. "En general, los tiempos de la política son los tiempos electorales. A mí me interesa trabajar en proyectos de mediano y largo plazo", asevera. Por eso concluye que es mejor que los líderes sociales se involucren en la política, porque si no esos espacios son ocupados por personas con otros intereses.

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Isolda Calsina tiene una larga trayectoria de trabajo social en su Jujuy natal y hoy quiere ser parte de la generación que dé un salto cualitativo hacia la dignidad.

Fue presidenta del Colegio de Abogados y es la actual cabeza de la Fundación Fortalecimiento Institucional (Forins). Luego de trabajar en el Tercer Sector de su provincia, fundó el Partido Libertad y Democracia Responsable (Lyder) y perdió como candidata a gobernadora en las elecciones pasadas. Su flamante partido, que se nutrió tanto de ex militantes peronistas, radicales y de fuerzas provinciales como de líderes sociales, ya tiene varias bancas y planea crecer más en la apropiación de espacios de decisión.

Calsina tiene muy claro que la decisión de entrar en política la obligó a cruzar la línea que la mantenía del lado de la gente inocente para pasar a "por lo menos estar sospechada de algo", y lo acepta como parte del precio que debe pagar por defender sus creencias.

A fines de 2001, en el auge del que se vayan todos , planteó si no era el momento de trabajar para lograr más impacto en sus acciones sociales. "Notaba que había llegado a un techo en lo social y que en mi provincia estaba tan desbordada la situación social que se precisaba de un abordaje político, sistémico e integral", agregó.

Pausada al hablar, de ideas claras, Calsina es una enamorada de su pueblo. "El sector social me enseñó a tener la sensibilidad a flor de piel y patear las mismas piedras que la gente. Eso hace que uno pueda circular por las calles y tocar la puerta de cualquier vecino y ser bien recibido."

Calsina, que sigue definiéndose como integrante del sector social, se anima a denunciar que a este sector le falta humildad para reconocer que la política es una foto de la sociedad, y que hace falta trabajar en conjunto."Es muy gratificante poder hacer política según las propias convicciones. Si uno tomara atajos sería más fácil y más rápido, pero no estamos dispuestos a eso, sino a esperar todo lo que sea necesario", agregó.

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Héctor Toty Flores viene de una larga historia de apuestas. Perdió tanto como ganó, y sin embargo, no tiene miedo de seguir explorando nuevos desafíos. En sus épocas de líder piquetero del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de La Matanza, no le tembló el pulso cuando dio el portazo y rechazó los planes sociales, por querer defender la dignidad del trabajo. Después de intentar diversos emprendimientos productivos al mando de la Cooperativa La Juanita, y de fundirse hasta el hartazgo, superó sus prejuicios y se alió con el diseñador Martín Churba, para conseguir exportar guardapolvos a Japón.

"Desde la cooperativa incidíamos en la vida de las familias del barrio y mi dilema era si yo podía hacer algo más. Cuando se nos presentó la posibilidad de sumarnos a la política, sentimos que no éramos coherentes si no lo hacíamos, para seguir difundiendo los mismos valores de siempre", explica Flores, diputado nacional bonaerense por la Coalición Cívica.

Antiguo empleado de una fábrica metalúrgica, ha vivido en carne propia la posibilidad de reinventarse. Nació en una villa, hoy vive en un barrio humilde de La Matanza y se maneja en el Congreso como si estuviera en su casa. Recibe a LA NACION de jeans, con náuticos y camisa a cuadros de mangas cortas. "El peligro mayor es que te coopten y uno debe saber que es cooptable. Por eso, sigo con los mismos hábitos y me rodeo de la misma gente", explica, aunque confiesa que los únicos lujos que ha adquirido con su nueva función es no viajar más en colectivo por seguridad y comprarse pantalones en Once.

"Hay que desmitificar máximas como todos los políticos son corruptos y generar relaciones humanas. Antes también pensaba así ,y en el camino de integración que fuimos haciendo desde la cooperativa me fui dando cuenta de que estaba equivocado", explica.

Su objetivo es claro: poder dar lo mejor de sí en estos cuatro años de gestión y después volver al barrio. "Yo no lo tomo como una carrera política.

"Quiero terminar mi mandato y poder caminar las calles de La Juanita en chancletas", aclara. Sus energías están puestas en la participación activa en la Comisión de Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico y la Comisión de Cooperativas y Asociativismo.

Para Flores, el principal privilegio de ser un funcionario público, además de poder generar cambios culturales, es conocer la Argentina en profundidad. "Me quedé muy sorprendido cuando viajé a El Impenetrable, en Chaco. Allí he visto algo mucho peor que la pobreza, el abandono. Esas personas están abandonadas por el Estado y no existen leyes que los protejan. Si yo puedo denunciar que esto existe, ya mi tarea en la Cámara está justificada", aclara.

Desde este nuevo lugar, Flores rescata tener diálogo con distintos sectores y sostiene que el rol de los líderes sociales es aportarle el dolor social a la política. "El día que sienta que lo que estoy haciendo no le sirve a la gente, no tengo problema en volver a mi trabajo en la cooperativa. Esa es la ventaja de los líderes sociales, que tenemos a donde volver, y eso es lo que nos da otra seguridad", expresa.

Entrelaza las manos mientras habla y piensa cada palabra antes de empezar una oración. A la pregunta de qué fue lo que más lo impactó de la política, responde: "Darme cuenta de que los políticos respiran la lógica de perdurar en el poder y de que la política es un centro de especuladores. Al manejarse así, nadie se juega por nada y se cae en la mediocridad. Pueden ser brillantes, pero no lo llevan a la práctica".

Flores se emociona al ver que la sociedad se está conformando como un nuevo sujeto demandante de transformación social. "Esto es justamente lo que necesitamos, si vemos la política como un servicio", dijo.

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El caso de Quitita de Neme deja entrever algunas de las imposibilidades que pueden encontrar los emprendedores sociales que intentan sumarse a la política.

Docente de profesión, Quitita salió a la luz pública tras el asesinato de su hijo Armando, Nito, ocurrido el 15 de febrero de 1992 en El Challao. Tras años de lucha por el esclarecimiento del crimen, decidió fundar la organización Familiares Víctimas Indefensas Mendoza (Favim), abocada al asesoramiento legal y la contención psicológica de las víctimas del delito y sus familiares."Se puede trabajar muy bien desde las ONG y producir incidencia, pero nadie que no se meta y pise el barro puede hacer un verdadero cambio", explicó esta mendocina que decidió postularse como diputada nacional, en 2007, por el Partido Demócrata en su provincia.

Si bien la votaron 80.000 mendocinos, no consiguió la banca y perdió mucho en esta apuesta. "Algunos miembros del consejo de administración de Favim decidieron que mi figura como candidata política podía dañar la imagen de la institución, y entonces renuncié como presidenta de la fundación", contó.

Fueron épocas difíciles, en las le ofrecieron ser asesora de la Subsecretaría de Relaciones con la Comunidad del Ministerio de Seguridad de su provincia, cargo que ocupó durante cuatro meses. A pesar del traspié, Quitita destaca que en el nivel personal la experiencia fue muy enriquecedora. "Yo creo que a uno en la vida se le presentan oportunidades, o las aceptás o las dejás pasar. En este caso, las acepté", añade.

Para canalizar sus energías, eligió hacer lo que mejor le sale: ayudar a los demás. Puso manos a la obra para armar la Fundación Plus Crecimiento Ciudadano, concentrada en la investigación sobre la construcción de ciudadanía.

Quitita sostiene que es más fácil trabajar desde el sector social que desde el Gobierno por la libertad y amplitud de resoluciones. "Tenés una mirada más abarcadora de las cosas. Hay que tener cuidado, porque a veces la sociedad civil cree que puede solucionar todo, y no es cierto. Yo creo mucho en las alianzas y articulaciones entre sectores. Para salvarnos todos, tenemos que empujar todos", concluye.

De a poco, estos nuevos políticos están allanando el camino para que el sector social tenga otra incidencia en las políticas públicas: esto puede suceder mediante líderes sociales que pasan a desempeñar cargos públicos o posicionando a las ONG como actores de consulta y trabajo sobre las problemáticas que afectan al ciudadano.

Por Micaela Urdinez
De la Fundación LA NACION